Julián Rodríguez

Nació en Ceclavín, Cáceres, en 1968. Sus obras han sido publicadas por Random House Mondadori: "Lo improbable" (2001), novela; "La sombra y la penumbra" (2002), volumen con tres novelas cortas; y "Ninguna necesidad" (2006), novela; esta ultima fue elegida uno de los mejores libros de narrativa del año por "El País" y obtuvo el Premio Ojo Crítico. En 2004 publicó "Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás", que inauguraba su ciclo de libros autobiográficos "Piezas de resistencia".

14.5.06

LO IMPROBABLE en EL PAÍS

"Silencio en las playas vacías"
JAVIER CALVO - El País (Babelia) - 30/6/2001

En su película de 1986 Le rayon vert, Eric Rohmer culmina la historia de su heroína "melancólica, malhumorada y adicta al desengaño" con una extraña escena en la playa donde un rayo verde actúa como metáfora de Lo Improbable: el negativo en la conciencia de la protagonista del spleen que domina su vida sentimental. Más allá de este exótico deus ex machina tomado nada menos que de Julio Verne, Le rayon vert es una película inusual en la filmografía de su autor. Lejos de la sátira y la pastoralia costumbristas que Rohmer suele practicar, la película discurre en una serie de lugares de paso, de veraneo y puntos de encuentro que se definen básicamente por su vacuidad. La alienación de la protagonista es casi absoluta hasta la secuencia final.
Bastantes elementos de Lo improbable, primera novela del extremeño Julián Rodríguez (Ceclavín, Cáceres, 1968), pueden relacionarse de forma obvia con la obra del veterano cineasta francés: el intimismo (eso que se suele denominar drama de cámara), la extrema economía del lenguaje, el interés por la conciencia femenina y la obsesión por los escenarios. Y como muchas películas de Rohmer, Lo improbable es un proverbio moral que ilustra lo nocivo de la ausencia de compromiso o de sinceridad en las relaciones humanas. La historia gira en torno a dos amigas, Teresa y Rosana, que tras la ruptura sentimental con los dos hermanos de los que están enamoradas reaccionan con sendos movimientos de alejamiento: Rosana se marcha a Brighton y Teresa al Sur de Francia con su nuevo novio. Finalmente, la denegación de sus respectivas vidas emocionales las lleva al desenlace trágico: una de ellas acaba abandonando de forma cruel a su novio enfermo y la otra provoca un accidente fatal. La piedad, título de la tercera parte del relato y única emoción afirmativa del texto después de la huida y el egoísmo, solamente llega como resultado del conocimiento moral propiciado por la tragedia.
Los intereses de esta primera novela sitúan a su autor en la estela de Marguerite Duras, Antonioni o los cineastas de la Nouvelle Vague, con quienes comparte la voluntad de retratar en negativo las emociones y de mostrar los efectos perniciosos en las relaciones humanas de los vicios morales institucionales. El eje de la narración -la denegación emocional en los principales personajes- es trazado con firmeza y corregido con las diversas inflexiones psicológicas requeridas: los momentos de remordimiento, las reacciones compulsivas a la culpa y la transferencia emocional hacia terceras personas. Obviamente, todo esto no podría encajarse en un relato de cien páginas de no ser por su espléndida resolución formal: un estilo hábilmente miniaturista que va encajando de forma oblicua las series de silencios y fragmentos gnómicos que trazan la evolución de los personajes.
He dejado para el final el que considero el elemento más estimulante del libro: la integración de los escenarios en la evolución dramática. El paisaje nostálgico de Brighton, Carcasonne o los hoteles costeros donde transcurre la historia van construyendo un sistema de metáforas que podría tener la playa vacía rohmeriana como dominante. Esa idea de vacuidad o de transitoriedad es quizás la contrafigura más poderosa del carácter afirmativo del amor por el que aboga esta estupenda primera novela.