Julián Rodríguez

Nació en Ceclavín, Cáceres, en 1968. Sus obras han sido publicadas por Random House Mondadori: "Lo improbable" (2001), novela; "La sombra y la penumbra" (2002), volumen con tres novelas cortas; y "Ninguna necesidad" (2006), novela; esta ultima fue elegida uno de los mejores libros de narrativa del año por "El País" y obtuvo el Premio Ojo Crítico. En 2004 publicó "Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás", que inauguraba su ciclo de libros autobiográficos "Piezas de resistencia".

14.5.06

LO IMPROBABLE en EL PERIÓDICO DE CATALUÑA

"Enfriar sentimientos"
JORDI GRACIA - El Periódico de Cataluña (Libros) - 19/10/2001

Cuando a una primera novela se la llama original (y algo parecido a eso haré en el resto de esta reseña), lo mejor es ponerse a cubierto. Una primera novela no puede ni debe ser original, incluso lo preferible es que esté íntegramente copiada, que venga enterita de muchas páginas o imágenes de otros. Pero que no tenga la intención de ser original porque ése es un privilegio de la edad, incluso de la mucha edad.
Lo raro es encontrar un autor al que uno ha de llamar original y sin embargo mantener también que no es pura filfa, o beatería tecnicista, o hiperformalismo de filólogo ansioso. En Lo improbable, Julián Rodríguez ha hecho una novela rara, con salpicaduras, montada con una estructura estudiada y medida. Pero sólo leemos en la piel del libro las salpicaduras de las cosas sucedidas, como si el pintor hubiese paseado sobre el lienzo extendido en el suelo con la brocha empapada de pintura en la mano y gotease con filigranas o goterones, pero sólo gotease.
Dicho con menos floritura, esta novela está escrita explorando el recurso de la elipsis con el fin último, me parece, de neutralizar los contenidos melodramáticos, las pasiones y afectos que se suspenden así en una especie de estructura aérea, un tamiz delgado que no cae y, sobre todo, que no es ni confuso ni nebuloso; es elíptico.
Esta novela no es nada original en el tema (yo diría que trata del amor), pero sí tiene el encanto de haber experimentado unos modos narrativos que lo enfrían todo, lo eluden todo. Como si nada valiese la pena de contarse por lo menudo porque de la realidad de los sentimientos se sale siempre con manchas, y además tampoco nunca nada acaba de entenderse del todo. Para hablar del amor, Rodríguez ha escogido el esqueleto. Y el libro parece un esqueleto de novela, pero no porque sea un guión, o una novela inacabada, sino porque con esa estrategia de enfriamiento ha querido contar el calor sofocante de los sentimientos.