Unas vacaciones baratas
en la miseria de los demás
Libro autobiográfico y ensayístico
Caballo de Troya, 2004
176 páginas
ISBN 84-933-6706-0
Texto del catálogo
de la editorial:
Una excepcional narración que aborda con calma y pausa propias de quien habla en voz baja a un amigo ausente las claves, el cauce y los meandros de una vida en la que lo perdido o extraviado es el patrimonio más tangible y secreto. Una voz que rememora y palpa los bordes de lo que parece condenado al silencio o al olvido: una fotografía, un exilio, un gesto, un paisaje.
A destacar:
Caballo de Troya es el proyecto editorial que puso en marcha a principios de 2004, y dentro del grupo Random House Mondadori, el editor, y antes crítico, Constantino Bértolo. Sólo publica textos de autores españoles (Mercedes Cebrián, Antonio-Prometeo Moya...) y latinoamericanos (Daniel Guebel, Damián Tabarovsky...), tanto ensayo como, sobre todo, ficción. Bértolo había sido ya el editor de Rodríguez en Debate, sello del que fue director.
Fragmento de una entrevista:
Julián Rodríguez (Ceclavín, Cáceres, 1968) se ríe cuando dice que hasta los 40 años o más se le considera a uno todavía "escritor joven". "Eso en el fútbol no pasaría", dice. Durante un buen rato se dedica a hablar de la pasada Eurocopa, de su pasión por el fútbol de la República Checa y Holanda (donde impartió hace poco una conferencia), y de una pregunta que le hizo no hace mucho otro periodista: "¿Tú qué querías ser de niño?". Su respuesta: "Creo que Mario Kempes. Más que Johann Cruyff". "Ha sido la primera vez que me han hecho esa pregunta... Un niño de pueblo nunca quería ser astronauta ni escritor ni otra cosa: sólo futbolista." Algunas de las fotos que prefiere de su infancia y de la de su hermano los muestran a ambos vestidos con los trajes del Bilbao y del Atleti en un campo de tierra junto a una portería de troncos de pino. "Mi hermano y yo, que hemos caminados muchos senderos paralelos incluso a cientos de kilómetros de distancia, también evolucionamos desde aquellos equipos hasta el Barça del dream team, lo que quizá fue ya una elección estética." "Y ahí estamos", concluye, antes de comenzar a hablar de su nuevo libro, Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás.
¿Por qué ahora, siendo aún joven, un libro autobiográfico?
La última historia que aparecía en mi libro anterior, La sombra y la penumbra, se titulaba "Máscaras". Fue el último texto que escribí también antes de ponerme a hilvanar Unas vacaciones baratas... Quizá fue premonitorio. Por así decirlo, decidí quitarme la máscara. Me explico: muchos de mis textos anteriores tenían gran parte de elementos autobiográficos, ¿por qué no prescindir de la ficción y narrar directamente desde un yo real?
Pero hay elementos en este nuevo libro que proceden de su trabajo como articulista, como periodista free lance, como conferenciante... No serán todos autobiográficos.
Se trata de una suerte de diario abierto, en el que tiene tanto peso la intimidad (la vida) como lo intelectual (en realidad, la reflexión sobre algunos aspectos de la vida que en ocasiones se convierten en la materia de lo que suele llamarse Arte). Me pareció oportuno recuperar algunos fragmentos, reescribiéndolos, de artículos o conferencias, al darme cuenta de que casi todos insistían en lo mismo, que todas las referencias cabían bajo ese título de inspiración situacionista del libro (en realidad mucho antes de ponerme a revisar mis notas sueltas, apuntes en libretas, fragmentos de ese diario). Yo había elegido hablar de algunos artistas, fotógrafos, y lo había hecho por algo. Lo supe luego.
¿Cómo ejemplos de esa lucha social a la que alude en el prólogo?
Es casi una broma privada, pero sí, aunque más que la lucha, diría que hablo de una conciencia de clase. Reconocer de dónde procede uno y contarlo no como exhibicionismo ong sino para evitar los lugares comunes de estasociedadinstaladaenelbinestar. Bienestar ¿a costa de quién?, me pregunto muchas veces. O ¿para quién? Ya que un día aprendí a comprender quién era, de dónde venía, y cómo eso había marcado mi vida de niño y de adolescente de un modo especial (claro que no sólo me ha sucedido a mí), por qué no escribir sobre ello.
¿Cómo terapia?
En esta ocasión más que como terapia como "acción política". Una forma de compromiso particular. Con un lema primario si se quiere: narrar para no olvidar. O dos: narrar para transformar.
¿Narrar?
Sí, creo que ante todo soy un narrador. No sé si un novelista, un escritor, lo que sea. Lo digo sin vanidad. Quizá me miento. Sí, soy un narrador.
¿Sabe que el libro es a ratos muy duro, incluso en ocasiones con usted mismo?
Soy consciente de ello. Podía haberlo embellecido todo, pero no es mi estilo. La franqueza y la vehemencia han sido siempre mis perdiciones. No son consideradas, precisamente, virtudes.
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