UNAS VACACIONES BARATAS EN LA MISERIA DE LOS DEMÁS en EL MUNDO
"Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás"
ÁNGEL BASANTA - El Mundo (El Cultural) - 28/10/2004
El mestizaje de los géneros literarios es uno de los signos distintivos de la narrativa actual. Abundan los ejemplos en las novelas de Vila-Matas y en los dos libros del asturiano Xuan Bello reeditados bajo el título de Paniceiros (2004), admirable lección creadora de maridaje entre lo universal y lo local sin fronteras. Una modalidad híbrida de diferentes géneros, más audaz pero también con menos textura literaria, se observa en la tercera entrega narrativa de Julián Rodríguez (Ceclavín, Cáceres 1968), Unas vacaciones baratas..., imposible de clasificar en su concepción proteica, que abarca esbozos de ensayos, confesiones de diarios, relatos de historias escritas o sin escribir, fragmentos autobiográficos y de memorias familiares, estampas de varia índole y reflexiones sobre diferentes asuntos, con especial insistencia en la fotografía y sus relaciones con otras manifestaciones artísticas.
El libro consta de diez "momentos" a modo de capítulos, precedidos de un prólogo y seguidos de una breve nota. Tal vez la concepción de algunos textos por separado explica la diversidad del conjunto, cuya heterogeneidad obedece también a una voluntad de experimentación formal. La cita de Aira que aparece como lema ("El diario no es una novela. Es el registro cotidiano de la experiencia, [...] un modelo extenso de todas las novelas que puede escribir el autor") constituye un pertinente aviso de lo que viene después. La diversidad textual encuentra una mínima unidad en la figura del narrador en primera persona con atributos que coinciden con los del autor en edad y lugar de nacimiento, en autocitas de obras anteriores y en otras circunstancias.
El texto exhibe su variedad en una permanente aproximación autocrítica de la lectura y la escritura, con mezcla de ficción y realidad, en declarado testimonio de lucha contra el tiempo. Porque uno de los fines de la literatura es contribuir al conocimiento por medio de la indagación en las inquietudes del ser humano. Por eso la duda del narrador acerca de su cometido ("¿Para qué narrar?") se disuelve en estas consideraciones: "Alguien querrá saber. Muchas veces me he dicho que escribo porque hay una voz colectiva (la mía entre ellas) que dice "Queremos saber" (p. 104). Así, en los diez "momentos" se van ordenando, en torno a investigaciones e informes acerca de la fotografía y sus maestros, reflexiones sobre sus relaciones con la narración o la pintura, entre otras artes, relatos en distinto grado de elaboración, rememoraciones del pasado familiar en tierras cacereñas y otras observaciones suscitadas por viajes, visitas a exposiciones, trabajos de encargo y lecturas de teóricos y creadores desde Freud, Barthes, Benjamin, Lacan y Susan Sontag hasta Beckett o nuestros Zúñiga y Chirbes. La curiosidad del narrador parece no tener límites, así como su afán por relacionar manifestaciones artísticas diferentes, que pueden confluir, por ejemplo, en el "Sexto momento", con la capacidad de la fotografía para la denuncia social, el recuerdo de Cáceres a principios del siglo XX y el relato de la joven que se suicidó por amor. He aquí, pues, un texto que requiere un lector minoritario, muy interesado en las cuestiones que trata.
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