Julián Rodríguez

Nació en Ceclavín, Cáceres, en 1968. Sus obras han sido publicadas por Random House Mondadori: "Lo improbable" (2001), novela; "La sombra y la penumbra" (2002), volumen con tres novelas cortas; y "Ninguna necesidad" (2006), novela; esta ultima fue elegida uno de los mejores libros de narrativa del año por "El País" y obtuvo el Premio Ojo Crítico. En 2004 publicó "Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás", que inauguraba su ciclo de libros autobiográficos "Piezas de resistencia".

18.5.06

UNAS VACACIONES BARATAS EN LA MISERIA DE LOS DEMÁS en ABC

"De cuerpo presente"
JUAN ÁNGEL JURISTO - ABC (Cultural) - 16/10/2004

De su autor conviene tener presente que es uno de los escritores españoles de la última generación para quien el pensar sobre el fenómeno literario no es ajeno a la presentación, e incluso a la pervivencia misma, de la obra. No se trata, sin embargo, de que Julián Rodríguez cultive una forma enmascarada de ensayo en sus narraciones, ni que esta forma atisbe siquiera planteamientos de más o menos rotunda fortuna teórica. La cosa posee más coraje. Con ello quiero decir que el autor escribe una narración sintiendo que aquello que se cuenta exige determinada forma, y si funciona es que la vía era la adecuada. No hay otra manera de plantear lo literario, y esta última obra de su autor recaba la misma vía, indaga en vertientes paralelas, las de otras expresiones plásticas, es más, combina distintas formas de perfilar las historias, presentarlas y resolverlas, y el resultado es, una vez más, una narración donde esas distintas opciones se compensan en ajuste feliz, donde el lector acaba sintiendo que ha asistido a la presentación de una serie de historias que armonizan muy bien unas con otras, que los personajes no son rotundos porque hoy día los caracteres únicos no tienen cabida en una realidad titubeante o compleja en demasía, vaya usted a saber, y que en este juego de identidades subsisten siempre las mismas cosas planteadas a veces con retóricas un tanto extravagantes pero que son las que nos cuadran ahora.


Indagación múltiple

Por eso no en vano la obra se abre con tres citas un tanto curiosas, una de César Aira, otra de Karl Marx y otra de Galdós. Ni siquiera atendamos a la pertinencia de lo que dicen. Fijémonos sólo en los nombres, pues son opciones que el autor ha elegido, y con deliberación, pero bien es verdad que podrían haber sido otros. Y ello ocurre porque de lo que trata esta novela es de una indagación que se abre en múltiples tradiciones, lo que la aleja de cualquier parentesco con las vanguardias de otros tiempos, y que discurre en ámbitos parejos. Primero en una rememoración casi caleidoscópica de personajes femeninos, donde resuenan voces provenientes de otras literaturas, pero a la vez, delimitando lo anterior, una manera casi dolorosa de pensar ese algo gratuito que tiene la necesidad perentoria de narrar. Lo dice el autor: "Porque no puede ser de otro modo, narro (suena extraño el verbo así, aislado, sin sus complementos". Creo que aquí se hallan ciertas respuestas que clarifican los hallazgos de esta novela, esto es, la imposibilidad de que lo que aquí se cuenta pueda ser cambiado, una forma moderna de definir la predestinación, y, claro, la extrañeza ante la palabra misma aislada de elementos convencionales que hasta ahora daban sentido a la narración de una historia.
Esta conjunción de distintos elementos es lo que hace que este libro posea momentos fascinantes. Por ejemplo, en lo que el autor llama "Prólogo (y la lucha de clases)" se encuentran frases como ésta: "Mi tío ha dicho que la tierra de Las Hurdes necesita más calcio que la de Ceclavín", que nos introduce de lleno en una atmósfera que la lectura de las páginas siguientes desmiente, y no porque un ámbito se haya impuesto sobre otro sino porque todos conviven en el mismo plano de significaciones. Éste es uno de los aspectos más atrayentes de la novela, la mirada que intenta abarcar lo que puede sin discriminaciones brutales.

Forma de diario

En los diez capítulos o "momentos" en que el autor ha dividido la obra, el lector asiste a fragmentaciones presentadas en forma de diario que actúan de referente a otros párrafos donde se da cuenta de citas de autores, Chirbes se da la mano con Gombrowicz, Auden con Roland Barthes, de pensamientos en apariencia deshilvanados sobre cine, la presencia persistente de lugares, Roma en último término, pero, sobre todas estas cosas, existe el hallazgo de la fotografía, de las mujeres que se ocultan detrás de los objetivos de las cámaras, como si entender una mirada fuese el equivalente de poseer un alma, y, por supuesto, aquello que surge de esta preeminencia, los encuentros y desencuentros entre literatura e imagen. El autor despliega interrogantes por doquier en este libro pero nos invita a enfrentarnos desde una posición privilegiada, un lugar de Extremadura donde las viejas historias aún no han desaparecido. El lector sabe que ese lugar es él mismo.